A la hora prevista el rayo de luna entra en el monasterio. Lo están esperando.
Hasta aquí se han acercado gentes de diferentes lugares, atraídos por la curiosidad.
Saben que este momento mágico se produce una vez al año y lo viven como un acontecimiento curioso, íntimo, personal, y con cierto recogimiento.
En el exterior, se escucha el ruido del agua y la noche anima a recogerse la ropa para no coger frío. La pradera está cubierta de hojarasca amarilla. El otoño pide paso.
La luna llena, inmensa, a veces entrecortada por nubarrones, asoma tras las crestas de los picos. Es el segundo plenilunio de otoño y son pasadas las nueve de la noche.
El rayo de luna entra por el vano del ábside central, ilumina el suelo, se desplaza lentamente y desaparece. Minutos mágicos, emocionantes, con olor a incienso.
Hay quien dice que el monasterio está enclavado en un cruce de fuerzas telúricas. Sabemos que este tipo de asentamientos no se improvisaban y siempre responden a múltiples factores. En todo caso, este conjunto monástico tuvo gran importancia en la historia del Condado de la Ribagorza. Hoy es visita obligada para quienes disfrutan de la naturaleza y la historia.
El monasterio de Obarra es una joya del románico aragonés que suele pasar desapercibida para gentes que viajan deprisa. Es fácil detenerse sólo a mirar y hacer una foto desde lo alto de la carretera. Hay dos edificios de corte singular y austero rodeados de una pequeña pradera a orillas del río.
Los orígenes de este enclave datan del siglo VIII. Posteriormente, en el siglo XI, maestros lombardos levantaron un edificio de planta basilical con tres naves. Es la Iglesia de Santa María. Muy cerca, a escasos pasos, hay una sencilla capilla con la bóveda ahumada que sirviera de refugio a peregrinos, es la ermita de San Pablo.
“La noche del rayo de luna” da juego para un programa de actividades que atrae turistas a la zona, organizado desde la Asociación Mallata de Graus
Entre los asistentes un profesor de la Universidad de zaragoza que propone llevar a cabo un estudio sobre la impresionante acústica del recinto.
Un grupo de clientes alojados en el Balneario Vilas del Turbón, que llega por sorpresa unos minutos antes de que la luz lunar penetre en el recinto monástico.
Una joven pareja recién llegada de Catalunya y alojada en el Hotel Custodio de La Puebla de Roda, apenas dejan las bolsas de viaje en el Hotel y se incorporan al grupo para disfrutar del rayo de luna.
También, numerosas personas de Graus.